lunes, 8 de marzo de 2010

El Tiempo Según Kant

El tiempo en Kant y en el idealismo

I. Kant

Así, el tiempo es una representación necesaria que está en la base de todas nuestras intuiciones. Si le niega el carácter de cosa, con lo que se opone a cierta interpretación del pensamiento de Newton, también le niega el carácter de relación, ya que, en este caso, sería un concepto intelectual (con lo que se opone a Leibiniz). Pero, a similitud de Newton, aparece como un marco vacío, y a semejanza de Leibniz, considera que el tiempo no posee realidad extramental como
cosa en si . Adoptando la terminología kantiana, el tiempo es una intuición pura o una forma a priori, trascendental de la sensibilidad, y constituye (junto con el espacio) la forma de toda percepción posible desde el punto de vista de la sensibilidad, así como la base intuitiva de las categorías. Es trascendentalmente ideal y empíricamente real, como condición de objetividad .
Más importante aún es la concepción que desarrolla en la Analítica de los principios, ya que en la Estética trascendental se refería al orden de las percepciones, mientras que ahora se refiere al orden de los juicios. Para que estos sean posibles, el tiempo actúa bajo su función sintética, ya que todo juicio presupone una síntesis, y toda síntesis se fundamenta en las categorías, las cuales, a su vez, solamente pueden aplicarse a la experiencia mediante los esquemas, que dependen de la mediación del tiempo. En este sentido es fundamental la segunda analogía, o principio de la serie temporal según la causalidad. De nuevo el tiempo aparece en Kant como fundamento de la objetividad.
Si bien el idealismo no trata temáticamente la cuestión del tiempo podemos pensar que, en la medida que intenta una superación de la escisión entre sujeto y objeto, entre yo y naturaleza (llegando así, en palabras de Hegel, al Espíritu, a lo Absoluto, a un Yo que sería aconceptual), también desaparece la cuestión del tiempo como marco formal dado previamente a los acontecimientos o como devenir mismo, quedando eliminada, de este modo, la cuestión en la pura aconceptualidad del Yo. De hecho, para Hegel el tiempo es el devenir intuido, el principio mismo del Yo=Yo; es la pura autoconciencia. El análisis hegeliano se vincula al aristotélico y destaca la inseparabilidad del espacio y el tiempo, pero, en el conjunto de su concepción, el tiempo aparece solamente como el despliegue de la idea, en sí misma intemporal, de forma que la temporalidad es solamente la epifanía de la Idea o del Espíritu.

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